BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







martes, 16 de octubre de 2007

FARSA MEDIEVAL

¿Quién le iba a decir a Raimundo de Borgoña y sus mesnadas que, andando el tiempo, se convertiría en un recurso turístico de ambientación fraudulenta para conseguir una puesta en escena de tele-realidad desvirtuada y pseudo-folclorista?
Lo de menos es conocer nuestro pasado e interpretar las claves de su historia. La obsesión dominante es el entretenimiento huero, y si para ello hay que poner un disfraz chocarrero a la ciudad y llenarla de figurantes que mejoren la ambientación artificial, pues bien venido sea con tal de que algún concejal saque pecho o barriga con las estadísticas amañadas de visitantes.
En el macro-carnaval kitsch todo es posible. El atrevimiento y el anacronismo mejoran las oportunidades de los buhoneros que sólo pretenden engordar la caja, aunque tengan que ponerse un jubón y bautizar sus tapas de toda la vida con la nueva pose impuesta por la micrococina de las tres culturas. Y así, nuestras revolconas, que se añadieron a nuestras costumbres culinarias después del descubrimiento de América, aparecerán renombradas como papas del medievo o cualquier otra majadería por el estilo.
Ávila no necesita vivir un espejismo cada año que la convierta en un decorado de cartón piedra para entrar en competencia con la infinidad de ciudades que pugnan dentro del ranking de la mejor farsa medieval. A base de mercantilizar, devaluar y vulgarizar nuestra identidad histórica, acabaremos por convertirla en uno más de los reclamos publicitarios que se usan para falsificar la realidad y convertirla en un parque temático donde, con un poco de imaginación, uno retrocede en el tiempo, y participa en un torneo o un asedio, eso sí, sin quitarse las NEIK o las Ray Ban. Qué más se puede pedir, y además puede usted comprar alguna ganga en el mercadillo enmascarado donde le venderán una auténtica antigüedad hecha con la última tecnología japonesa.
No pretendo pecar de purista intransigente, entiendo que este tipo de montajes resulten atractivos a las ciudades satélites de Madrid que carecen de vestigios y heredad, o a los tour operadores que organizan paquetes turísticos a Disney World, pero una villa de rancio abolengo, si estuviera bien gestionada, conservada y urbanizada, no necesitaría de estas estridentes chabacanerías para deslumbrar con su pasado y su presente, armónicamente integrados, a cualquier visitante del mundo.
Malo cuando una ciudad tiene que echar mano de semejantes supercherías y aderezos, demuestra una falta de autenticidad preocupante que intenta solucionar, metamorfoseándose, por unos días, en una opereta bufa carente de rigor, que terminará entrando en decadencia en el momento en que el aburrimiento gane la partida a la novedad. Claro que en esa vorágine peligrosa siempre aparecerá el arribista de turno que esté dispuesto a dar una vuelta más de tuerca, ofreciendo una nueva mascarada que nos sitúe al borde del esperpento, por el bien de su carrera política.
Algunos, por el contrario, lo que deseamos es que nuestros ínclitos representantes no nos organicen tantos festejos y pantomimas, y se apliquen a lo de siempre pero bien hecho: Conservar y hacer visitable nuestro patrimonio; diseñar y aplicar un planeamiento equilibrado, social y sostenible; garantizar unos servicios útiles y modernos; y mantener las infraestructuras en buen estado. En definitiva, saraos los justos y, a ser posible, de auténtica calidad. El resto, trabajo honrado y vocación de servicio, justo lo que hoy no abunda.

No hay comentarios: