BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







domingo, 25 de marzo de 2012


La impunidad de un tenedor grasiento que esconde su afán mutilador en el diseño funcional del arte gastronómico.
El que no sabe ocultar sus verdaderas intenciones en la tramoya inicua del fingimiento, con la astucia evolutiva del camuflaje, suele convertirse en el señuelo fácil que descarga de responsabilidad a quien se hace con el botín. Detrás de cada culpable confeso hay un sospechoso impune, y acaso sean la misma persona.




Necesitamos del sentido para que la realidad no nos aplaste. Da igual como se manifieste, lo importante es no sabernos insignificantes en un mundo irreductible a nuestras categorías.
¿Dónde se inicia la divergencia de las coordenadas de orientación en la topografía física y en la representada?
¿Cómo se superponen los planos fácticos y los teóricos?
¿Por qué nuestra identidad se inflama cada vez que entra en contacto con la nada?
En algún momento de la hominización debimos comprender que si no rompíamos las cadenas de los sucesos necesarios, al precio de un equilibrio inestable y de un deseo insatisfecho, estábamos abocados a una pronta extinción.