BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







sábado, 24 de noviembre de 2007

IN OMNE TEMPUS

Esa estrella que columbras ahora
hace mucho que congeló sus brasas.
Fue un soplo de tu vida en el pasado
el recuerdo que atraviesa tu mente.
Esta vela que apagas con los dedos
mañana nos sacará de la noche.
Las formas arrancadas a la piedra
por la mano experta del escultor,
el tiempo se encargará con su paso
de que tengan su prístina figura.
Un cuerpo momificado en Egipto,
cuatro mil años después, me reclama
en las salas de un lúgubre museo
y a cientos de leguas de distancia.
La mejor forma de escapar al tiempo,
es dejarse arrastrar por la corriente;
y, desembocando en su nacimiento,
renacer en su desembocadura.

LA PERIFERIA DE LA PERIFERIA

La vinculación de los territorios con entidades jerárquicas de mayor rango no acaba con la mera adscripción administrativa a conjuntos supralocales, esta integración formal tiene que ir acompañada de una interacción funcional que justifique y de sentido al agregado operativo que la suma de esfuerzos ha creado. Aun con todo, y por si fuera poco, este requisito objetivo tiene que adaptarse a un sustrato precedente formado por una serie de empatías de tipo histórico y cultural necesarias para que se cree la obligatoria identidad del conjunto.
Los habitantes de un lugar tienen que notar que la inclusión en una determinada provincia o región les trae más beneficios que perjuicios, o lo que es lo mismo, tiene que haber un saldo favorable entre los outputs y los inputs, entre lo que sale y lo que entra, entre lo que doy y lo que recibo. De esta manera estarán seguros de que la relación, que en gran medida es de conveniencia, entraña un beneficio mutuo y se afianzarán los lazos de pertenencia. De no se así, lo más seguro es que los desequilibrios internos aumenten y se produzca una desafección que será aprovechada por aquellos que saben convertir las flaquezas ajenas en oportunidades propias.
El Valle del Tietar tiene unas singularidades que le convierten en una unidad geográfica diferenciada, lo cual, a la postre, entraña unas claras fortalezas, derivadas de las características bonancibles de su clima; pero también unas debilidades, atribuibles a un inveterado aislamiento que hasta la fecha no ha sido remediado del todo. Partiendo de esta realidad desvertebradora, cuesta entender que una reivindicación tan justa y fundamentada como la construcción de un hospital comarcal no sea atendida por la Administración Regional. Con ello, no sólo se devalúa la salud de un buen número de abulenses, sino que se amplia la brecha que separa a esta comarca de la provincia y de la región. Y es que no les falta razón a aquellos oriundos del valle que se quejan de que pagando los mismos impuestos que el resto, lo que reciben a cambio no alcanza para mejorar los servicios y las infraestructuras más básicas.
La España de las autonomías ha introducido unos desequilibrios interregionales que las zonas fronterizas contemplan con enorme asombro y estupor. Las cosas pueden cambiar para mejor o para peor a pocos kilómetros del límite regional y, ya se sabe que las comparaciones son odiosas, en tanto que ponen en evidencia el déficit de unos y la prosperidad del vecino.
Espero que no tengamos que arrepentirnos en el futuro de una decisión tan equivocada que demuestra hasta que punto el Tietar es la periferia de otra periferia que es Ávila.

lunes, 12 de noviembre de 2007

DIVINA COMEDIA

Siento el dolor antes de que me injuries
escucho tus palabras acerbas
dentro de una caja de resonancia
me mortifico sin haber oído la condena
me anticipo sumiso al castigo ejemplar
invoco clemencia por los pecados capitales
aunque sean de otros
arrastro mi culpa sin saber muy bien si es mía
soporto todo el peso de la contrición sobre los hombros
me apresto a pasar en un nicho de cemento
el resto de mis días
y a errar por el mundo como un alma en pena
si me acompañas tú en este viaje a los infiernos
sería capaz de volver a decir te amo
en la penumbra en el éxtasis en la derrota
antes incluso y después de la muerte te seguiré amando.

EL MULTIVERSO

En 1957 el físico Hugh Everett hizo pública su teoría del multiverso, la cual propone que cuanto existe muestra distintas versiones según el mundo en el que se encuentre. Esta teoría, como todas, tiene sus detractores y sus defensores, que no consiguen ponerse de acuerdo por mucho que investigan, prefiriendo cada uno su tipo de corte y confección astral; pues los hay planos, abiertos, cerrados y ramificados, casi como los trajes a medida, a medida del científico que lo propone, se entiende.
De entre todos, me quedo con el último, no porque milite en las filas de la mecánica cuántica, sino porque hace volar mi imaginación, y siempre he creído que los sesudos desarrollos matemáticos no tienen que estar reñidos con la lujuriosa fantasía de los poetas.
Las consecuencias prácticas y teóricas de este modelo, a nadie se le escapa, serían, cuando menos, de lo más chocante y entretenido. Por ejemplo: ¿Cuál de las múltiples posibilidades de usted mismo es la que prefiere su mujer? Si todos los escenarios posibles derivados de una decisión están representados en su propio universo, qué más da que haga una cosa o la contraria. Qué apuesto al negro en la ruleta y pierdo, mi otro yo habrá apostado al rojo y estará dando botes de alegría.
Tiene que haber en alguna otra dimensión celeste una ciudad con cien mil habitantes, con una real fábrica de algodones del siglo XVIII rehabilitada, con una necrópolis musulmana convertida en parque arqueológico, comunicada con AVE a Madrid, donde trabaja todo el que quiera trabajar y el agua del grifo se puede beber, con un tribuno de la oposición prudente y documentado, y un gobierno modesto y solidario. De ese idílico lugar disfrutará mi alter ego, mientras yo tengo que aguantar que las promesas que hacen los partidos en campaña sólo se cumplan en alguna rama de un universo paralelo. Casi estoy por hacerle una propuesta a mi doble sideral; cambiarnos el puesto, aunque sólo sea por unas horas, para experimentar que siente un ciudadano satisfecho.
Dentro de unos años, quizá una nueva hipótesis proponga una variante no menos divertida que permita establecer hipervínculos de comunicación entre los distintos ámbitos del hiperuraneo, para entonces ya se habrá implantado el turismo interestelar que le posibilite a usted saber qué habría pasado si esa decisión que tomó a regañadientes fuera distinta.
¿Cómo sería nuestra ciudad sin muralla; más grande, más chica o igual? ¿El Ávila industrializado y anticultural que se manifiesta en los desvaríos de un querellado político abulense proporciona más o menos calidad de vida que el actual? No sea usted vago y descúbralo por un módico precio en el transbordador chárter. ¿Qué tal les irá a esos abulenses que se integraron en la Comunidad de Madrid? ¿Habrán conseguido tener las cercanías ferroviarias?
Todas las probabilidades encuentran su sitio en algún universo. Si el que le ha tocado en suerte no le gusta, si la ciudad en la que vive no le agrada, tiene dos opciones; el viaje en el espacio o en el tiempo, siempre que no se encuentre consigo mismo.

lunes, 5 de noviembre de 2007

SIN ALIENTO

Yo nunca fui capaz de contener la respiración el tiempo necesario, pero di­cen que hay un momento en el que los sonidos se transforman en viento, las imágenes en luz y el cuerpo descansa en un estanque de sangre.

Recuerdo una tarde, durante un largo beso; no me hubiera importado que con­sumieras el escaso oxígeno que quedaba entre nosotros. Fue el contacto de tu mano en mi sexo lo que me salvó la vida.

Tiempo antes, mientras descubría de niño las profundidades del mar, decidí demorarme un instante más de lo aconsejable. Esa vez fue una burbuja que subía como un ojo vacío lo que me arrancó del sueño y me hizo romper el cristal de la superficie del agua.

Esperaré otra oportunidad durante la cual nada me distraiga del desvanecimiento o no tenga fuerzas para evitarlo.

LA COLA Y LA MANO TORPE

Ávila se ha beneficiado durante estos últimos años de su postergación levítica. Me explico; en una época en que casi todo estaba manido, trillado y saturado, aparece una joya por descubrir a poco más de cien kilómetros de Madrid, con un grado de conservación, por mor de su inveterada atonía, francamente envidiable. Lo que durante siglos fue una rémora que cercenaba cualquier iniciativa de progreso, se convirtió en una oportunidad turística que, bien aprovechada, podría convertirse en el motor de arranque que permitiera el despegue de nuestra ciudad.
Pero no hay bien que cien años dure, y está claro que no se puede vivir siempre de las rentas. El factor sorpresa y novedad es sumamente perecedero, y dura hasta que el mercado, en este caso los visitantes, han tenido la ocasión de descubrir y admirar una belleza tan bien guardada. Por lo demás, consideremos que el turismo, por definición, tiene una impronta consumista bien marcada, casi de usar y tirar. Una vez que se sacan las fotos y se engulle el menú típico, uno ya no se acuerda de lo que dejó atrás. Hay que buscar nuevas piezas que cobrar en la cacería del souvenir con las que deslumbrar a los amigos en las soporíferas veladas vespertinas de los sábados. No se prodigan los viajeros diletantes y contemplativos en los viajes organizados de fin de semana.
La capacidad de atracción de Ávila, salvo que se organicen y programen actividades culturales y de ocio con la calidad suficiente como para merecer la presencia de público forastero, terminará tocando techo, y será inevitable que las cifras de visitantes se reduzcan de una forma progresiva describiendo la conocida curva de demanda.
Otras ciudades monumentales de interior que nos llevan delantera, y que pasaron por lo que estamos ahora experimentando, tuvieron que, como nosotros, en un primer momento mejorar y renovar los equipamientos y las infraestructuras turísticas, para, en un segundo momento, cuando la mayoría ya se hubo extasiado con su patrimonio, diseñar un plan permanente de eventos artísticos y recreativos de primera línea, capaces de tentar y hacer volver a los foráneos, ampliando, a ser posible, la estancia. Sería dramático que, después del enorme esfuerzo que han hecho las instituciones y los empresarios con el fin de poner al día el patrimonio, la hostelería y la promoción, por la falta de ímpetu y ambición en las actividades complementarias, se produjera un parón, o peor todavía, un declive, en una de las posibilidades de negocio más prometedoras.
Hasta ahora, lo que se está haciendo en este ámbito no pasa de lo mediocre y ramplón en la mayoría de los casos. No vale ni siquiera como consumo interno, tanto menos como reclamo de turistas, teniendo en cuenta la competencia feroz de festivales, exposiciones y otros actos que mensualmente se ofertan en las ciudades del entorno.Entre los muchos fallos que el responsable del área debiera solucionar, escojo éste, por lo obvio del caso: Cuando alguien de Madrid, es un ejemplo, quiera conseguir una entrada de cualquiera de las actuaciones que se programan en Ávila, se encontrará con que resulta una tarea imposible porque, aunque parezca mentira, todavía aquí no se pueden comprar por teléfono o Internet. ¿Será que la cola forma parte del tradicionalismo de nuestras costumbres o será que una mano negra, quizá torpe, hace todo lo que está en su mano para que las cifras de visitantes empiecen a bajar?