BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







viernes, 28 de marzo de 2008

TRAMPANTOJO

Castro un tulipán
y dejo chorrear su médula
que pierde color
gota a gota
la transfusión de carmín
esmalta todo el crepúsculo
desde que encontramos
rastros de dolor
en los arañazos
epilépticos del diablo
mezclo en la paleta
entre miríadas de insectos
el pigmento corrosivo
que enjalbega
las cloacas del alma
junto al plumaje irisado
que mimetiza y tritura
la necesidad caníbal
de gozarnos hasta
la extinción cromática
la levedad lábil
lacera este lienzo
con pinceladas de sangre
dispersando cualquier gama
en derroches luminosos
y escorzos inadmisibles
éramos tú y yo
difusamente translúcidos
nada podía expulsarnos
de los cuadros de Giorgione.

SEMANA NO TAN SANTA

Resulta sorprendente como la maquinaria mercantil del ocio en serie y en masa transforma las costumbres, los hábitos y los comportamientos. Quién nos iba a decir que ese ejemplo de Semana Santa espiritual y recogida, donde la devoción seguía el camino interior hacía una manifestación de fervor espiritual, andando el tiempo, habría de convertirse en una atracción turística y en un reclamo publicitario más interesado en llenar todas las plazas hoteleras que en extasiarse con la pasión de Cristo.
Yo creo que las procesiones se ven hoy como si fueran las recreaciones decorativas de un gran parque temático dedicado al folclore religioso. Atrás quedaron las penitencias de antaño, cuando los devotos expiaban una culpa ante el dramatismo del calvario. En cambio en la actualidad los encapuchados parece que se disfrazan para una fiesta de carnaval o unas jornadas medievales, con el mismo exhibicionismo festivo y bullanguero. Los turistas están más preocupados por conseguir mesa en el restaurante o en sacar unas buenas fotos a los pasos, que en alcanzar la salvación o en dar testimonio del martirio del Creador.
Va a ser verdad que la secularización gana terreno en detrimento de la espiritualidad, y que el paganismo, contra el que la casta sacerdotal lanza sus invectivas, se impone. Pero si tal sucede es porque todos, de alguna forma, contribuimos a ello: unos para convertir en multitudinarias unas fiestas que estaban cayendo en desuso, otros avispados para aumentar sus fuentes de ingresos y sus expectativas de negocio, y no pocos para refugiarse en la banalización del entretenimiento como fuga a la sociedad alienada.
Era muy difícil que en estos tiempos, en que nada es ajeno al show, los maestros del ritual permanecieran inmunes a la tentación de convertir una manifestación de fervor religioso en un producto mediático de mercadotecnia global. No podemos negar que en Ávila, además, acompaña el entorno y la escenografía, aunque no la climatología, única variable que de momento se escapa en la superproducción; razón por la cual, a poco que cada uno ponga de su parte, está garantizado el éxito. Las calles llenas, los bares completos, las confiterías desbordadas y las conciencias de algunos tan vacías como siempre. Ahora bien, no se le ocurra a nadie preguntar por el significado o la simbología de lo que de forma tan amena se muestra a nuestra contemplación, ya que recibirá, salvo excepciones, las contestaciones más absurdas y disparatadas, muestra de que en estos días de vacaciones la diversión le ha ganado la partida a la santidad.

domingo, 16 de marzo de 2008

CHANEL Nº 5

Las notas florales de mi perfume
tienen en idénticas proporciones
los siguientes componentes:
el sudor de un galeote
y la punzante embriaguez del jengibre.
la sopa de asilo caliente
que impregna el traje de un anciano
y el cítrico desbordamiento de tus besos.
La hogareña paz del estiércol y las brasas,
y la acidez amarga de un pomelo.
Sándalo y carne quemada
en las cremaciones del Ganges.
Savia y el rastro mortífero
del jaguar en la espesura.
Al olerme pulverizas
las moléculas de nuestra
segura transubstanciación,
me quitas el único orgullo
que le queda a un cuerpo desnudo.

HOGARES Y FAMILIAS DE ÁVILA

Siendo la familia uno de los elementos fundamentales del sistema social, no se prodigan los estudios y estadísticas que aborden con la suficiente profundidad su estructura y dinámica. Se puede decir que a pesar de su omnipresencia es en términos científicos una gran desconocida. La razón, que no la justificación, hay que buscarla, tal vez, en su gran estabilidad que para algunos hacía innecesaria la permanente actualización de los datos y las conclusiones. Pero, como quiera que esta premisa se ha visto superada en la actualidad, resulta inaplazable una puesta al día que detecte los cambios y mutaciones más significativos que se están produciendo.
La Junta de Castilla y León acaba de hacer público un estudio sobre esta materia que resulta enormemente esclarecedor y echa por tierra algunos tópicos que con dificultad aguantan el análisis objetivo de las evidencias. Como conclusión general hay que admitir que, aunque aun menor ritmo, nuestra región no escapa tampoco a los nuevas realidades que están haciendo evolucionar la célula familiar hacia formas mucho más plurales y flexibles que las precedentes; si bien, hay que admitir que Ávila ocupa una posición que si en algo destaca es en la resistencia de los modelos tradicionales en comparación con el resto de provincias.
Bueno, y cuáles son, se preguntarán ustedes con toda la razón, los rasgos distintivos de las familias y los hogares abulenses; pues, para no andarnos por las ramas, y ya que parece que no resisten la curiosidad, voy a decirlo ahora de forma concisa y esclarecedora. El prototipo de familia mayoritario vive en una casa unifamiliar, un 63,5%, a diferencia del resto de castellanos y leoneses que lo hacen sobre todo en pisos y apartamentos. Debiéndose esta inclinación por el chalet más a la ruralidad del medio que al poder adquisitivo de nuestros bolsillos. Tenemos las familias más pequeñas de la región con un número medio de miembros de 2,7, algo achacable no tanto al descenso de la natalidad, cuanto al envejecimiento de la población. En el 58,7% de los hogares abulenses sólo una persona aporta ingresos, por regla general el padre, por el contrario en las otras ocho provincias son mayoría las familias con dos ingresos, normalmente del padre y la madre. Esta característica habla a las claras de la baja tasa de actividad femenina y del modelo patriarcal dominante. La última seña de identidad que singulariza a nuestras familias son los bajos ingresos y los escasos gastos. Un 52% vive con menos de 1500 euros al mes y el 79,8% se conforma con no sobrepasar esta cantidad cuando tiene que comprar. En definitiva, abundan en Ávila las familias pequeñas, rurales, tradicionales y pobres. Un rasgo sociológico que condiciona nuestra mentalidad y alguna otra cosa.

domingo, 9 de marzo de 2008

DOS PINTURAS NEGRAS

I

Reconozco que las radiografías
hacen más justicia con mi persona:
esa espectral radiación que nos funde
la carne en viscosidades de cristal
aligera el peso y me reconcilia
con este cadáver que llevo dentro.





II

La noche ciñe mi silueta
y camina hacia los subterráneos
como un estilete que raja
el alquitrán recalentado.
En la respiración de unos pulmones
enfermos por la silicosis encontramos
el miserable apego a la existencia.

LA CAMPAÑA

Queda una semana para el gran día, ese único momento en el que, cada cuatro años, los ciudadanos somos los protagonistas soberanos del destino político de nuestro país (y eso, si tenemos la suerte de vivir en una democracia), el resto, soportamos con pesadumbre y paciencia que los elegidos se distancien de la calle, se encierren en sus despachos y apenas se acuerden de los compromisos adquiridos y las promesas hechas.
Claro que nos gustaría que se nos consultara con más frecuencia sobre los asuntos que nos importan, claro que echamos de menos la participación en algún órgano representativo con capacidad de decisión, claro que desearíamos que todas las listas electorales fueran abiertas para elegir a los más competentes en cada caso, claro que a las campañas les sobran espectacularidad y les faltan contenidos, y claro que nos tratan como a consumidores teleadictos en vez de como a ciudadanos responsables; pero, qué le vamos a hacer, es lo que tenemos y, por el momento, si no lo mejor, al menos parece que garantiza una convivencia tolerable.
Y, a falta de todas estas cosas, a uno le gustaría que por lo menos en su circunscripción electoral el debate se animara mediante un resultado incierto o con una renovación amplia de los candidatos con posibilidades de salir elegidos, aunque eso debe ser pedir demasiado en Ávila, por lo que, unas elecciones más, nada se mueve en nuestra provincia. Se presentan los mismos (por lo menos en los dos partidos mayoritarios), con sus viejas ideas y proyectos, igual de apoltronados que siempre, resignados a conseguir unos resultados parecidos a las anteriores elecciones. Es como si en estos cuatro años nada hubiera cambiado, salvo la edad de los futuros diputados y senadores. Repiten todos, lo que demuestra que, o bien sus respectivos partidos no tienen nada mejor que ofrecernos, o que tienen muy bien controlado el cortijo; cualquiera de las dos posibilidades son devastadoras para renovar la ilusión de los votantes, porque agudizan uno de los mayores problemas de nuestra provincia: el inmovilismo y la resignación.
Durante estos breves días de campaña los políticos se bajan del pedestal, se mezclan con el pueblo, abandonan ese exasperante rictus de autosuficiencia por la sonrisa falsa del humilde postulante en busca de votos, y se arman de paciencia para encajar los golpes del adversario y las justas recriminaciones del contribuyente. Bien mirado también ellos tienen un empleo temporal que deben revalidar cada cierto tiempo, y somos nosotros el tribunal de oposición que ha de calificar su aptitud para el puesto. Yo no percibo nervios, no obstante, en los aspirantes de Ávila; supongo que será porque les ponemos un examen demasiado fácil.

domingo, 2 de marzo de 2008

EN EL LITORAL DE TU CUERPO HAY CORALES NEGROS

Si fuiste capaz de dormir en mis
brazos confiando tu cuerpo, tu sueño
y tu alma a mi custodia;
si hemos conseguido sincronizar
nuestra risa en el paroxismo
del placer satisfecho;
si nos estremecen los mismos versos
y tiemblas como una hoja
cada vez que recito nuestro nombre;
si palpitan mis sienes al compás
de tu ritmo cardiaco
mientras se me va la vida al besarte;
si la única ideología posible
es esperar juntos la inevitable
destrucción de la inocencia;
si cartografío todos los días
el océano profundo de tu piel
para descubrir lunares pelágicos
donde poder ser el náufrago
que mira impunemente al horizonte;
¿cómo dudas que consigamos
amarnos hasta el final de los tiempos?

EL ÁVILA NEGRA DE SOLANA

Solana dedica un capítulo a Ávila en su obra fundamental y más representativa “La España Negra” de 1920. El negro es el color emblemático, no sólo de la paleta del pintor, sino del ánimo expresivo con que el escritor se acerca a la realidad nacional de su tiempo y es que como señala Camilo José Cela, Solana estaba más interesado por lo cierto, que por lo bello; esta falta de aderezos superfluos o de eufemismos que endulcen una realidad descarnada y hostil, hace que el realismo esencialista y misterioso pueda parecer una distorsión expresionista para cualquiera que desconozca el panorama social de la época. Ciertamente Solana escoge unos lugares, unos personajes y unos temas que le interesan frente a otros, porque su intención no es el análisis sociológico u antropológico, que debe desvelar las tendencias mayoritarias y representativas de un grupo, antes al contrario, pretende pasar su alma apasionada y delicada por una galería de tipos y situaciones que muestren el sentido arcano de la vida y las constantes más propias de una forma de entender el drama inquietante de las pasiones y las razones en un país tan dado a los extremos y los excesos.
El ambiente que todavía domina en la ciudad que visita Solana es claramente el rural, apreciando el contraste en las primeras edificaciones que ve, entre la “míseras casas” y “las mansiones fortificadas”. La Calle San Segundo todavía tiene las “pequeñas casas pegadas a la muralla” y en la catedral destaca su “torreón guerrero”. Es de reseñar la descripción de tipos humanos (labradores, pastores, lecheros, mujeres...) en el mercado de la plaza grande, prestando esta vez un interés especial a sus ropas y atuendos. Con “Las monjas” entramos de lleno en el tema fundamental del capítulo, donde el autor en la primera frase deja ver a las claras su posición abiertamente hostil al clero y la iglesia. “Ávila está infestada de monjas”, para después remachar “estas monjas son muy murmuradoras y ruines, y no piensan más que en el dinero”.
El párrafo que a mi juicio tiene mayor interés por su agudeza e ingenio es el que dedica al boticario que guarda y colecciona en frascos las lombrices solitarias de los prohombres de la ciudad, la más gorda era la del canónigo y la más flaca la del maestro, como se puede ver hay cosas que no cambian.
En la Ermita del Cristo de las embarazadas se recrea en el tremendismo de la imaginería castellana y el fervor milagrero, aunque donde se muestra más vitriólico y despiadado es en la descripción de la casa de Santa Teresa, pues entre otras lindezas, se refiere a las reliquias como “porquerías y piltrafas de ultratumba”.
Es difícil que el autor dejara pasar en esta ocasión uno de sus temas y ambientes favoritos, en este caso se trata de la terrible descripción de los pobres y mendigos que forman cola en los muros del convento de Santo Tomás para comer el cocido. “la nariz y la boca comidas de un cáncer, y se les ven los dientes al aire, enseñando media calavera”. En este buceo por el inframundo hará una parada también en los lupanares, con las prostitutas todas ellas con marcas en la cara que dejan las navajas de los chulos o la enfermedad. El periplo abulense de Solana termina con una visita a las murallas que “pegadas al cielo, dan un aspecto de aparición a esta ciudad” y recalando en una iglesia en la que se congrega toda la beatería de Ávila con sus tipos característicos durante la letanía del cura: viejas llenas de reuma; las viudas, brujas beatas que “piensan en casarse a los sesenta años, después de haber enterrado a varios maridos”; las damas catequistas, “tienen estos marimachos tipos de sargentos y cabo de gastadores” y la cobradora de las sillas.
Solana en su recorrido por Ávila da un repaso a muchos de sus temas y personajes preferidos, aunque, sin duda, domina la cuestión religiosa (santos, beatas, curas, iglesias, monjas, cofrades, etc.) demostrando la fuerza del símbolo confesional que tuvo la ciudad como reserva espiritual de la España incivil y carpetovetónica.