Tu vientre es una ecuación perfecta que no pude resolver.
Una crisálida encuentra en la cuenca de tu ojo el lugar exacto del martirio.
Las olas me arrastran a los arrecifes negros de tu bahía blanca.
No quiero desnudarte hoy, compréndeme, sería como si me desnudara y viera en tu pecho amable, mi pecho primitivo.
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