En resumen, "Vida de ermitaño" nos ofrece un relato lleno de matices y registros, que permite múltiples lecturas. En su combinación de estilos predominan el costumbrismo rural (que nos recuerda también a Los santos inocentes, la inolvidable novela del maestro Delibes), el tono poético y el humor fino con pinceladas de fantasía onírica, con protagonismo absoluto de un protagonista-narrador que nos relata sus peripecias físicas y espirituales desde un punto de vista inocente y bienintencionado que nos recuerda al Quijote y nos obliga irremediablemente a empatizar con él y a desear que salga con buen pie de sus desventuras. Es una novela en la que el autor experimenta con diferentes géneros y estilos, y se nota que ha disfrutado escribiéndola, lo que lleva a una lectura ágil, estimulante y placentera por parte del lector.
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