La lengua pegajosa y áspera de la vaca vieja
lamiendo a un ternero que no es el suyo y que se resiste a mugir como un
adulto. La lengua pequeña y tierna de un gatito recién nacido que busca los
pezones de su madre porque no sabe que en media hora lo ahogarán con sus
hermanos en el agua fría de un río sucio. Tu lengua, con textura de anguila y
movilidad de reptil, dentro de mi boca. Ese trozo de carne fonética o erótica.
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