Por: Mayda
Anias.
Ayer
una editorial me pidió una breve semblanza biográfica y les envié esto: «Mario
Pérez Antolín (Backnang, 1964) vive en Ávila, como podría vivir en cualquier
otro sitio. No posee ningún premio, ni quiere poseerlo. Se gana la vida enseñando
cosas insignificantes. Es autor de algunos libros que no tuvieron éxito y que
muy pocos leyeron. Con mucha dificultad y después de grandes esfuerzos ha
conseguido dejar su currículo en blanco».
Este
aforismo, uno de los primeros de la sección Escrito
para ser borrado hace honor al mensaje, dado que bien pudiera borrarse la
frase “libros que no tuvieron éxito”, pues así como Profanación de poder ha tenido muy buena acogida de crítica y
público lector, el que presento esta tarde merece igual suerte y, estoy segura,
la tendrá.
Quienes
asisten esta tarde, sin dudas atraídos por un libro de aforismos, conocen de
qué se trata o simplemente son lectores de estas sentencias breves, cargadas de
significado, que dan pie a una profunda reflexión. Es decir, entre sus
preferencias está la lectura reflexiva, la que mueve el pensamiento, la
introspección y, obviamente, la meditación, lejos de conformarse con pasar la
vista por páginas llenas de textos que, una vez finalizada su lectura, reposan
en el estante sin haber dejado más huella que la noción de entretenimiento.
En todo
caso ustedes me ahorran comenzar por hacer la historia del aforismo que, ya
sabemos, arranca con el pensamiento humano.
No podré
detenerme tampoco en explicar la filiación política, filosófica o religiosa de los
aforismos contenidos en La más cruel de
las certezas, pues ese sería un estudio que sobrepasa la presentación de un
libro.
Si
pretendiera mencionar, aunque de pasada, aforistas clásicos la lista sería
extensísima, pues cada intelectual (entendiendo por este término a los
pensadores) ha escrito algún aforismo, o bien, se ha citado alguna frase suya, perteneciente
a un contexto mayor, como aforismo.
Con
seguridad a todos nos vienen a la cabeza nombres como Séneca, San
Agustín, Platón, Aristóteles, Pascal, Proust, Lincoln, Nietzsche, Kierkegaard,
Jacques Lacan, Freud, Lichtenberg, Bernard Shaw, Sabuco (Miguel de Sabuco o
Doña Oliva Sabuco), Pericles, Dickens, Schopenhauer, Huidobro, Doménico Cieri,
Ortega y Gasset. Es imposible no citar a Émile Cioran quien
es, en mi opinión de lectora, cuando menos, un escritor fascinante.
Y entre nuestros contemporáneos más próximos, el
navarro Ramón Eder, Erika Martínez, y el abulense José Luis Moronte.
Ya sabemos que
el aforismo no es un texto menor, sino expresión del minimalismo conceptual y
emocional; mucho menos puede repetirse la generalización de considerarlo frase breve. Pienso, por ejemplo en los
aforismos de Pascal, Bacon o Lichtenberg, por citar pocos nombres.
En lo que
concierne a La más cruel de las certezas,
¿qué va a encontrar el lector?
Un libro
estructurado en seis partes o secciones con aforismos de muy variada extensión,
desde oración simple, hasta breves piezas que rozan el
ensayo; se toca el tema del poder, la condición humana (sus virtudes y
defectos, su experiencia, su naturaleza),
y otras entidades dentro de las que incluyo textos que hablan del éter,
el binomio amor-odio, la memoria, la confusión… Aforismos que yo he definido
como “teorizantes” en los que el autor escribe sobre parejas tales como
ciencia-retórica, creencia-razón, la parte y el todo, el ser y el tiempo; la
mirada, digamos agnóstica, a la religión, aforismos que son exquisitas piezas
de descripciones plásticas, aforismos sobre la muerte, la amistad, el tiempo,
la historia…
En La más cruel… el lector se encontrará
con que algunas reflexiones están estructuradas en una introducción para que el
lector se sitúe en una circunstancia concreta como condición u orientación
hacia un tema en particular, por ejemplo, el segundo de la página 54.
En otras,
hay momentos de cambio de ritmo con la inserción de una extensa meditación,
según el fluir del pensamiento, libre de exigencias formales.
Y en otras,
se tropezará con formas poéticas, en estructura y lenguaje, pero en el fondo
también palpita la esencia del aforismo.
Por último,
yo que he leído los dos títulos que ha publicado Mario, me pregunto si la más
cruel de las certezas es la profanación del poder.
En
cualquier caso, hay que llegar al final del libro para ir desgranando cada uno
hasta dar, justo, con la más cruel.
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