Tras la sorpresa que causó Profanación del Poder (enero de 2011) y su éxito editorial
(apareció inmediatamente antes del boom
que sin duda se ha producido en nuestro país en los últimos dos años con el
aforismo, avalado por un elogioso prólogo de Eugenio Trías y por una crítica
unánimemente favorable), Mario Pérez
Antolín nos ofrece ahora LA MÁS CRUEL DE LAS CERTEZAS, una
nueva recopilación de aforismos, más acabada y rotunda, si cabe, que la primera
entrega.
Poder, sexo, muerte, ética, estética, literatura,
metafísica, sociología, psicología son materias que van reiterándose y
alternándose hasta construir un cuerpo de pensamiento hermosamente expresado.
Se dice que quien escribe bien es porque piensa bien. Y eso sucede en estos
escritos de Mario Pérez Antolín. En sus más de medio millar de aforismos
conviven textos de muy diferente factura, desde los abiertamente sentenciosos,
pasando por microrelatos, prosas poéticas e incluso algún breve poema, hasta
pequeñísimos ensayos que mantienen la unidad de estilo al abordar los temas a
partir de la mínima unidad de expresión y sentido.
El libro preconiza un humanismo escéptico y complejo,
manifiestamente impregnado de melancolía, que sin embargo no cae en el
nihilismo por el énfasis que se pone en la reivindicación, contra cualquier
obstrucción, de la dignidad humana. Desde esta perspectiva, el hilo conductor
de toda la composición es una apología del antipoder, frente a cualesquiera fe,
moral o ideología que ponga en solfa esa dignidad. De modo que la ruptura de
las falsas certezas se presenta como la única vía hacia un pensamiento
emergentista y liberador, propósito último y fundamental de este libro.
En resumen, estamos ante
una hermosa recopilación de aforismos, donde el pensamiento filosófico se destila
en una expresión de alto valor literario y huye del lenguaje retórico y
enrevesado que Walter Benjamin calificaba como la “jerga de rufianes” de los
filósofos.
Como señala Victoria Camps
en el Prólogo: “Entre la filosofía y la
poesía, Pérez Antolín muestra con su escritura que el pensamiento es capaz de
emocionar al dejar de ser ese discurso árido que sólo sabe enlazar
abstracciones y nos distancia del mundo”.
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