El oxígeno que nos permite
vivir al mismo tiempo nos oxida y nos hace envejecer. Toda una declaración de
intenciones resumida en una reacción química.
Pocas cosas tan sabias y
difíciles como pasar inadvertidos cuando conviene. No hacer alarde de las
propias virtudes es un reto para nuestro orgullo, un sacrificio para nuestra
estima, una muestra de prudencia y la única manera de no caer en las redes de
todos los enemigos que nos acechan. Si se quiere sacar partido, hay que dar
pena y no envidia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario