¿Por qué siempre que vemos
a un hombre cojo y renqueante
pensamos que es idiota?
¿Por qué las modelos más bellas
tienen que parecer
banales y superfluas?
¿Por qué los mejores poetas
tienen que estar malditos?
¿Cuántos guerrilleros conoces
que quieran ofrecer
su vida por el pueblo?
¿Fue sincero ese beso,
ese orgasmo, ese guiño
o un fingimiento torpe
de un payaso dramático?
Simulamos con tal pericia
que, según las más fiables
estadísticas realizadas,
un número mayoritario
de los ciudadanos se siente
moderadamente feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario