BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







lunes, 4 de febrero de 2008

LA INFLACIÓN

Parece que nuestra provincia se ha propuesto ocupar los primeros puestos del escalafón en una variada serie de estadísticas. Lo que pasa, es que, en algunos casos, ser de los primeros acarrea, según el tema de que se trate, serias desventajas comparativas. Nadie quiere encabezar una lista de morosos o de pobreza, en estas cuestiones todos quieren quedar los últimos, e incluso si es posible no aparecer.
Pues bien, a Ávila le cabe el dudoso honor de ocupar el cuarto puesto en la serie provincial que mide la inflación del año 2007, o lo que es lo mismo, somos uno de los lugares con los precios más altos de España, superamos la media nacional y regional; vamos, que aquí, en cuestión de carestía, estamos que nos salimos. Pagamos por lo mismo mucho más que en otros sitios, lo cual, sólo puede deberse a una circunstancia, que demandamos mucho y que se nos ofrece poco, salvo que existan acuerdos espurios para limitar la competencia en el mercado. Este indicador, aun siendo objetivamente malo dentro de unas perspectivas económicas razonables, podría amortiguarse si los abulenses contáramos con unos sueldos elevados o con una renta per cápita conspicua, pero, qué lástima, justo en estas dos variables coincide que estamos en los peores puestos.
Somos los primeros en lo malo y los últimos en lo bueno. Y uno se pregunta, ¿cómo pagamos este sobreprecio y soportamos esta merma lacerante en nuestro poder adquisitivo? Nadie lo sabe, debe ser uno de los enigmas que aún tiene que descifrar la parapsicología. Junto a esta aparente paradoja, se da un agravante que convierte la coyuntura en algo especialmente pernicioso para las familias de menos ingresos. Resulta que los artículos responsables de esta escalada son los de primera necesidad, los que son imposibles de soslayar. Cuando un abrigo de visón esta por las nubes, siempre tienes la opción de ignorarlo y comprar una trenca de paño, pero cuando se trata de una barra de pan, o un litro de leche, o la gasolina del depósito del automóvil, cuál es la alternativa. La única opción es apretarse el cinturón e ir capeando el temporal como se pueda.
Hasta ahora, vivir en Ávila compensaba, era verdad que se ganaba poco, pero la vida era barata y la calidad de los servicios públicos aceptable. En el año que terminó descubrimos que ese tópico no se ajusta totalmente a la realidad. La parte inicial del aserto si se cumple, seguimos disponiendo de unos magros ingresos, es en el final donde tenemos las dudas, vivir en Ávila empieza a resultar algo que sólo se pueden permitir unos pocos, y en cuanto al nivel de la sanidad, la educación, las residencias, mejor no entremos en profundidades porque a lo mejor descubrimos que no es oro todo lo que reluce.

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