BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







martes, 29 de enero de 2008

IN MEMORIAM

Con Gollo, Alcalde de Sinlabajos, desaparece, no sólo un hombre integro que supo ganarse la admiración y el respeto de cuantos tuvimos la suerte de tratarle, sino una forma de entender la política y el servicio público.
Gollo representaba una generación de personas que veían en la política el instrumento para cambiar una realidad injusta con los desfavorecidos y complaciente con los poderosos. Bien poco han aprendido otros de su ejemplo, cuando centran sus esfuerzos y desvelos en aumentar su lista de privilegios.
Gollo entendía la política como una vocación, donde es mucho a lo que se tiene que renunciar, y nada lo que se debe esperar a cambio. Es pago suficiente por una labor altruista el cariño de tus vecinos. Bien poco han aprendido otros de su ejemplo, cuando convierten el trabajo por la comunidad en una profesión bien remunerada y, por el tiempo de permanencia en los cargos, casi vitalicia.
Para Gollo el soporte básico de la política era la ideología, los principios y los valores. La defensa de unos ideales, que inspiraban cada una de las actuaciones emprendidas, era la garantía de un recto y equilibrado proceder. Bien poco han aprendido otros de su ejemplo, cuando anteponen sus intereses particulares al bien general, y hacen del pragmatismo utilitarista la única guía por la que se rigen.
Gollo sabía que el buen político tiene que predicar con el ejemplo, por lo que, según su criterio, era un requisito imprescindible que cualquier gestor demostrara una honradez intachable, a prueba de sobornos, comisiones y otras tentaciones varias. Bien poco han aprendido otros de su ejemplo, cuando utilizan los casos de corrupción como una de las denuncias habituales en la contienda partidista, siendo las comisiones de investigación y las auditorias un arma arrojadiza de doble filo que ensucia a todos por igual.
Gollo era un hombre que iba de frente y derecho por la vida, sabía respetar la palabra dada y mientras escuchabas una de sus intervenciones te persuadía la convicción de que el suyo era un pensamiento sincero. Bien poco han aprendido otros de su ejemplo cuando llenan de intrigas y embustes el tortuoso mundo de la política. Enseñan su cara más despiadada durante el trabajo de fontanería y reservan su faz más amable para los actos en los que hay que pedir el voto.
Gollo anteponía el humanismo, a cualquier otra consideración, por eso daba el máximo valor a las personas, independientemente de sus creencias u opiniones. Esta actitud hizo que fuera querido y admirado por todos. Bien poco han aprendido otros de su ejemplo cuando rechazan, de una forma sectaria y extremista, las propuestas ajenas a su pensamiento único y dogmático. Prefieren hacer tierra quemada antes que admitir una colaboración institucional.
El hueco que deja Gollo será muy difícil de llenar, y menos, por unos dirigentes que han hecho de la política el reducto de los oportunistas.

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