BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







viernes, 8 de febrero de 2008

SE EQUIVOCÓ DE ASCENSOR

El final de una jornada de trabajo en la oficina
igual a cualquier otra.
Repasa los últimos informes,
recoge la cartera,
enfila el pasillo,
y pulsa el botón del ascensor.
Se abren las puertas con estrépito.
La rutina inmutable de todos los días.
Desciende los pisos del edificio
y en el tercero se detiene;
al instante se apaga la luz.
¿Cuánto durará la interrupción del suministro eléctrico?
Empieza a pensar
que tal vez no quede nadie que acuda a socorrerle.
Acciona la alarma, grita, patalea, enciende una cerilla.
Nada impide que el silencio se apodere del espacio
y la oscuridad del tiempo.
Le falta el aire,
apenas puede moverse en el angosto
nicho en que se ha convertido su recinto.
Intenta no perder los nervios.
No imaginaba que la claustrofobia
produjera este tipo de alucinaciones.
Por fin, escucha un golpe seco y atronador;
espera que sea el motor,
el chirriar de las poleas que anuncie la vuelta a la normalidad,
aunque se parece más a la tierra húmeda
arañando un cajón de madera.
Descubre algo tarde que lo entierran vivo,
y que el descenso de este ascensor
va directo al averno.

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