BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







martes, 26 de febrero de 2008

A CERRAR EL GRIFO

De entre todas las decisiones que hay que tomar durante el proceso de fundación de una ciudad, quizás ninguna condicione tanto las actuaciones futuras, como su emplazamiento. Desde luego, dando un repaso somero a esta circunstancia, nos encontramos con que no siempre el lugar escogido ha satisfecho de la mejor manera las necesidades perentorias y básicas de una población que tiene intención de perdurar en ese ambiente. Aunque hay ejemplos de adaptación a situaciones ambientales extremas que se han saldado con éxito, por lo común se tiende a enfatizar, entre los muchos parámetros a tener en cuenta, el suministro y aprovisionamiento de los recursos que se consideran vitales para garantizar la supervivencia de la comunidad, uno de los cuales, el agua, representa la máxima prioridad en cualquier modelo de planificación urbana sostenible.
Claro que, para ser precisos, conviene destacar el comportamiento dinámico de esta variable sometida a lo largo del tiempo a innumerables cambios que pueden dar al traste, si no tomamos las medidas oportunas, con las garantías iniciales. Lo que demostró ser suficiente durante años, puede que, por un aumento de la población o por una reducción del aporte hídrico, hoy sea insuficiente para permitir el funcionamiento de todos los usos que dependen, en mayor o menor medida, del agua en sus distintas fases y modalidades de consumo.
Parece mentira que, después de todos los Planes Generales de Ordenación que se ha aprobado, después de todas las inversiones realizadas en diferentes infraestructuras del ciclo del agua, la única manera que tiene el Ayuntamiento de afrontar un periodo de sequía de carácter cíclico sean las restricciones del abastecimiento. Este tipo de medidas extremas son el reconocimiento implícito de un fracaso estrepitoso en la gestión del agua, porque si hay algo que debe garantizar la Administración Local, sin que quepan escusas ni retrasos, es el suministro de agua y de electricidad. Es lo mínimo que se le puede exigir al que pide nuestra confianza cada cuatro años para dirigir la política de nuestra ciudad.
Que yo sepa, este problema no es nuevo. En mi primer año de residencia en Ávila ya tuve que soportar los cortes diarios de agua. Han pasado más de quince años y volvemos a las mismas. Mientras tanto qué han hecho nuestros técnicos y gobernantes para solucionar esta crisis. A lo que se ve, nada de nada. Las opciones son diversas: aprovechamiento de acuíferos, recrecimiento de presas, nuevos embalses, otras captaciones superficiales, mejoras en la red de distribución, campañas de ahorro, etc. Pero, de entre todas, la elegida ha sido, según se desprende del anuncio del Teniente de Alcalde, la más cómoda para el que tiene que gestionar y la más molesta para el que tiene que consumir; cerrar el grifo hasta que empiecen las lluvias.

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