BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







miércoles, 19 de diciembre de 2007

RÉQUIEM POR UNA EMPRESA LLAMADA LEAR

Se cumplieron los peores pronósticos. La que fuera no hace mucho la mayor empresa de Ávila, en la que llegaron a trabajar hasta mil seiscientos trabajadores, ha anunciado su cierre definitivo para el mes de marzo. Esta noticia, no por esperada, resulta menos dolorosa; pues, por si alguien albergaba alguna duda, ahora queda diáfano como el agua de un manantial, que todo este montaje responde a un guión previamente pactado, donde unos aceptaban la decisión sin rechistar, a cambio de que los otros retrasasen el cerrojazo definitivo hasta después de las elecciones municipales.
Mientras los burócratas diseñaban un plan industrial virtual lleno de actuaciones teóricas que jamás se pondrán en práctica, la despiadada estrategia empresarial de una multinacional aconsejaba proceder a la deslocalización en busca de mercados laborales más baratos que permitan maximizar los beneficios sin la necesidad de aportes suplementarios de inversión en capital tecnológico.
Se podrá discutir si esto era o no inevitable, teniendo en cuenta las reglas que hoy imperan en el actual sistema económico globalizado, pero de lo que no hay duda, es de la hipocresía y la falacia que se ha utilizado en todo este asunto. Muchos nos preguntamos qué es lo que ha primado a la hora de tomar las decisiones: Reducir al mínimo los daños políticos colaterales o la defensa de los legítimos intereses de los empleados. Como siempre la cadena se rompe por el eslabón más débil, el de los asalariados. Resulta muy sospechoso, la forma gradual y por goteo con que la empresa se ha ido deshaciendo de su excedente laboral, ésta, viendo el proceso con la perspectiva que da el tiempo, respondía a una estrategia calculada en busca de dos objetivos: Que la opinión pública abulense asumiera sin alarma, en un primer momento, el mazazo que iba a suponer el desmantelamiento de su primera empresa industrial, y que las instituciones se fueran plegando sin ninguna resistencia a una decisión ya tomada.
En cualquier otro lugar, una agresión de esta magnitud hubiera puesto en pie de guerra a todas las instituciones públicas y privadas y, con ellas, a todos los ciudadanos. Por el contrario, estos escualos financieros han encontrado aquí una tierra abonada por la falta de espíritu reivindicativo de una clase política pusilánime y sumisa. Con este precedente, lo que asusta es lo que pueda suceder en el futuro, si nuevas empresas emulan este cierre incruento por el que tienen que pagar un precio ridículo, unido a la falta alarmante de políticas activas industriales en una ciudad que ve como sus jóvenes cualificados deben marcharse en busca de oportunidades laborales.
¿Qué pueden decir ahora aquéllos que cuando se produjeron los primeros despidos negaban lo que hoy es una triste realidad?
La mentira, como sabe algún político de esta tierra, tiene una corta vida.

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