BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







lunes, 5 de noviembre de 2007

SIN ALIENTO

Yo nunca fui capaz de contener la respiración el tiempo necesario, pero di­cen que hay un momento en el que los sonidos se transforman en viento, las imágenes en luz y el cuerpo descansa en un estanque de sangre.

Recuerdo una tarde, durante un largo beso; no me hubiera importado que con­sumieras el escaso oxígeno que quedaba entre nosotros. Fue el contacto de tu mano en mi sexo lo que me salvó la vida.

Tiempo antes, mientras descubría de niño las profundidades del mar, decidí demorarme un instante más de lo aconsejable. Esa vez fue una burbuja que subía como un ojo vacío lo que me arrancó del sueño y me hizo romper el cristal de la superficie del agua.

Esperaré otra oportunidad durante la cual nada me distraiga del desvanecimiento o no tenga fuerzas para evitarlo.

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