BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







lunes, 12 de noviembre de 2007

EL MULTIVERSO

En 1957 el físico Hugh Everett hizo pública su teoría del multiverso, la cual propone que cuanto existe muestra distintas versiones según el mundo en el que se encuentre. Esta teoría, como todas, tiene sus detractores y sus defensores, que no consiguen ponerse de acuerdo por mucho que investigan, prefiriendo cada uno su tipo de corte y confección astral; pues los hay planos, abiertos, cerrados y ramificados, casi como los trajes a medida, a medida del científico que lo propone, se entiende.
De entre todos, me quedo con el último, no porque milite en las filas de la mecánica cuántica, sino porque hace volar mi imaginación, y siempre he creído que los sesudos desarrollos matemáticos no tienen que estar reñidos con la lujuriosa fantasía de los poetas.
Las consecuencias prácticas y teóricas de este modelo, a nadie se le escapa, serían, cuando menos, de lo más chocante y entretenido. Por ejemplo: ¿Cuál de las múltiples posibilidades de usted mismo es la que prefiere su mujer? Si todos los escenarios posibles derivados de una decisión están representados en su propio universo, qué más da que haga una cosa o la contraria. Qué apuesto al negro en la ruleta y pierdo, mi otro yo habrá apostado al rojo y estará dando botes de alegría.
Tiene que haber en alguna otra dimensión celeste una ciudad con cien mil habitantes, con una real fábrica de algodones del siglo XVIII rehabilitada, con una necrópolis musulmana convertida en parque arqueológico, comunicada con AVE a Madrid, donde trabaja todo el que quiera trabajar y el agua del grifo se puede beber, con un tribuno de la oposición prudente y documentado, y un gobierno modesto y solidario. De ese idílico lugar disfrutará mi alter ego, mientras yo tengo que aguantar que las promesas que hacen los partidos en campaña sólo se cumplan en alguna rama de un universo paralelo. Casi estoy por hacerle una propuesta a mi doble sideral; cambiarnos el puesto, aunque sólo sea por unas horas, para experimentar que siente un ciudadano satisfecho.
Dentro de unos años, quizá una nueva hipótesis proponga una variante no menos divertida que permita establecer hipervínculos de comunicación entre los distintos ámbitos del hiperuraneo, para entonces ya se habrá implantado el turismo interestelar que le posibilite a usted saber qué habría pasado si esa decisión que tomó a regañadientes fuera distinta.
¿Cómo sería nuestra ciudad sin muralla; más grande, más chica o igual? ¿El Ávila industrializado y anticultural que se manifiesta en los desvaríos de un querellado político abulense proporciona más o menos calidad de vida que el actual? No sea usted vago y descúbralo por un módico precio en el transbordador chárter. ¿Qué tal les irá a esos abulenses que se integraron en la Comunidad de Madrid? ¿Habrán conseguido tener las cercanías ferroviarias?
Todas las probabilidades encuentran su sitio en algún universo. Si el que le ha tocado en suerte no le gusta, si la ciudad en la que vive no le agrada, tiene dos opciones; el viaje en el espacio o en el tiempo, siempre que no se encuentre consigo mismo.

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