Avisto desde mi campamento
las puertas de Roma.
La joya del imperio
al fin adornará
mi sable de áureo conquistador;
mas no es una ciudad decadente
dirigida por unos patricios
sodomitas y degenerados
lo que me gustaría poseer.
La gloria del guerrero se mide
por el arrojo de su enemigo,
y ante mí se arrodilla un enfermo
cobarde y medroso.
¿Cuál sería mi mérito
si arraso sin piedad este triste
grupo de suplicantes?
Las generaciones venideras
me conocerán por mi crueldad
y no por mis titánicas gestas.
No imaginé un final menos épico
para mis hazañas militares.
Ya que no merece la pena dominarla,
sufra esta doncella palaciega
el desprecio viril de Cartago.
2 comentarios:
Repasando tus entradas antiguas me he encontrado con ésta verdadera joya; Anibal Barca, ha sido y será uno de mis personajes históricos preferidos por lo que he leido infinidad de biogrfías y en ninguna había encontrado un enfoque tan especial, lógico y poético de la razón por la cual el Gran General no tomó por asalto a Roma...me fascinó y lo transcribiré, con tu venia, en una futura entrada de mi blog.
Un abrazo,
Hortensio Farwel.
Repasando tus entradas antiguas me he encontrado con ésta verdadera joya;Anibal Barca, ha sido y será uno de mis personajes históricos preferidos por lo que he leido infinidad de biogrfías y en ninguna había encontrado un enfoque tan especial, lógico y poético de la razón por la cual el Gran General no tomó por asalta a Roma...me fascinó y lo transcribiré, con tu venia, en una futura entrada de mi blog.
Un abrazo,
Hortensio Farwel.
Publicar un comentario