BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







martes, 30 de octubre de 2007

CONFUSIÓN CALCULADA

La división de poderes, el sufragio universal y la aconfesionalidad están en la base del proyecto ilustrado y constitucional que inspira el ordenamiento jurídico de los países democráticos. Llama la atención que principios tan avalados y consolidados, aún hoy, en algunos lugares, sean constantemente conculcados por las autoridades que debieran velar por su cumplimiento.
Los tiempos en que el Jefe del Estado entraba en las catedrales bajo palio, o en que era obligatorio el catecismo en los colegios, han pasado por mucho que les fastidie a los nostálgicos recalcitrantes de la España tridentina. La libertad de culto está garantizada en nuestras leyes, sin que ninguna religión goce de privilegios especiales o del monopolio de la espiritualidad.
El que por dos veces, la interventora de la Diputación haya cuestionado sendos convenios suscritos con el Obispado, y referidos al Centro de Documentación y a la contratación de un sacerdote en la Residencia de las Infantas Elena y Cristina, debiera dar la voz de alarma sobre la implementación de procedimientos administrativos de dudosa legalidad, que aunque pueden ser amparados por la buena voluntad y la tradición, a todas luces entran en conflicto con la separación inobjetable que debe existir entre la iglesia y el poder civil. Esta confusión que algunos propugnan a nadie beneficia, y menos que a nadie, a la propia iglesia católica, pues hace recaer sobre ella una responsabilidad que no tiene.
A pesar de lo que muchas veces pasa en Ávila, ya son cada vez menos los centros públicos que se inauguran con una ceremonia litúrgica. Las corporaciones municipales van comprendiendo que fuera de las fiestas patronales, en el resto de celebraciones religiosas, no es prudente que procesionen. Son pocos los programas de fiestas que incluyen las misas y eucaristías. Y si esto sucede, no es porque avance como una mancha roja el laicismo bolchevique, sino porque es un rasgo de la civilización moderna eliminar los restos teocráticos del antiguo régimen.
Parece que ha llegado el momento de citar la frase bíblica que dice: “Dad a Dios, lo que es de Dios; y al Cesar, lo que es del Cesar” como antecedente más remoto de la necesaria divergencia de las cosas mundanas y divinas. Sólo mediante esta escisión funcional es posible la convivencia y la colaboración en el marco de la pluralidad de credos y creencias. Ni los sacerdotes son funcionarios del estado, ni los munícipes son acólitos de la curia. Cada uno en su puesto haciendo lo que le corresponde, sin ingerencias; así nuestra provincia habrá entrado definitivamente en el siglo de las luces.

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