BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







lunes, 1 de octubre de 2007

PAISAJES AMENAZADOS

Pocas cosas tan agradables como vagar errabundo por los alcores y las vegas de nuestra provincia para solazarse después del trajín al que nos somete la vida moderna. A cada paso contemplamos un detalle inesperado que nos sorprende y nos embarga de emoción irrefrenable. Sean los neveros en las altas cumbres de Gredos, los campos de cereal en el crepúsculo morañego, los meandros del Alberche o la floración de los piornos; todo forma parte de un bien preciado de incalculable valor que recibimos como el mejor legado de nuestros ancestros, y que estamos moralmente obligados a preservar aun a costa de nuestros intereses crematísticos.
La Proliferación de urbanizaciones en parajes de singular belleza entraña un conflicto entre conservación y desarrollo que llegará a convertirse en una fuente permanente de desestabilización sino aceptamos por consenso unas normas básicas de comportamiento que, más allá de las leyes, generalicen una nueva cultura ambiental donde quede desterrada cualquier intervención humana que rompa la armonía que ha de existir entre lo natural y lo artificial.
Nadie debe oponerse a que, en un poblamiento disperso o concentrado, se proyecten viviendas integradas en el paisaje, pero tendremos que dejar oír nuestra protesta más airada cuando éstas se construyan a costa de unos recursos limitados o de unos ecosistemas frágiles. Siempre hay alternativas que permiten salvaguardar el medio ambiente, aunque ello suponga buscar otra ubicación o modificar cuantitativa y cualitativamente el proyecto inicial, y en caso de contradicción insuperable deberemos optar siempre por aquella opción que no subvierta los equilibrios originales.
Desgraciadamente, a la vista de los desaguisados urbanísticos que se están cometiendo en Ávila (cualquiera recuerda para nuestra vergüenza los casos de Las Navas, Candeleda, Villanueva de Gómez, Campo Azálvaro…), las cosas no se están haciendo bien. Algunos empresarios sin escrúpulos en connivencia con otros agentes irresponsables prefieren el beneficio rápido y especulativo al planeamiento ordenado y respetuoso con el entorno; una mentalidad impropia de estos tiempos que alienta el pillaje depredador en busca de la rentabilidad inmediata para unos pocos en contra del provecho de la mayoría. Mientras ciertos políticos permisivos hacen el trabajo previo y facilitan la catástrofe, los nidos de águila se caen, los bosques de pino se talan, el suelo se erosiona, los campos de golf secan los acuíferos. En definitiva, perdemos los abulenses nuestro recurso más preciado; aquel que durante siglos en buena medida forjó nuestra identidad y nuestro carácter, sin el cual nos convertiríamos en una colonia de recreo impersonal para el ocio consumista e insostenible. Ávila no puede apostar por el modelo Marina Door “Ciudad de vacaciones “, nuevo campo de concentración de diversión en serie, sino que debe seguir apostando por el turismo rural respetuoso con el paisaje tradicional y las costumbres populares, del que Ávila se ha convertido en un digno ejemplo por el buen hacer de la Diputación; por eso cuesta entender el silencio de esta institución con los atropellos urbanísticos en la provincia.

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