BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







domingo, 13 de abril de 2008

ÉTICA SINDICAL

Nunca creí que llegaría el día en que tuviera que decir estas palabras. Llevo afiliado a la Unión General de Trabajadores desde el tiempo suficiente como para saber cuando una crisis interna responde a causas políticas o sindicales y cuando se origina por turbios manejos inconfesables. Aunque algunos se empeñen en ocultar los trapos sucios, supongo que con la encomiable intención de evitar una pérdida generalizada de confianza en lo afiliados de base, sin duda algo huele a podrido en la Federación de Servicios Públicos de Ávila.
Yo soy de la opinión de que cuando se llega a tan alto grado de perversión en una organización, conviene, antes que empeñarse en los parches y remiendos, el alumbramiento de la verdad, el drenaje de toda la ponzoña, la cauterización de la herida, o en su caso la amputación del miembro enfermo, y la regeneración mediante prácticas correctivas que eviten nuevos casos de inmoralidad Pública.
Por lo que parece, y a la vista de las acusaciones mutuas en los medios de comunicación, hemos entrado en la conocida fase del ventilador, donde se esparce toda la mierda para que nadie pueda evitar las salpicaduras. Es una lástima que un sindicato que lleva a gala una gestión de más de cien años de honradez y de lucha leal por los intereses de la clase obrera, se vea envuelto en esta intriga ratonera en la que afloran los comportamientos más innobles de la condición humana. Pero tenemos que apechugar con lo que hay, hacer de tripas corazón, e iniciar un periodo de saneamiento que vuelva a dar la autoridad y la iniciativa a los afiliados de base, eliminando de un plumazo a los burócratas de medio pelo que han hecho del sindicato un reducto de oportunistas y parásitos. Si esto no ocurre, que nadie se sorprenda ante una desafección generalizada de los trabajadores que puede dejar esta Federación de Ávila bajo mínimos.
Según se están desarrollando los últimos acontecimientos y declaraciones, es posible que nos encontremos ante un nuevo capítulo de la lucha por el poder entre facciones para controlar una estructura organizativa con la que después favorecer arbitrariamente a los partidarios, es decir, el clientelismo de toda la vida en su versión sindical. De ser esto cierto, conviene atajar de raíz estos comportamientos inaceptables, depurando diligentemente las responsabilidades a que hubiera lugar, con rigor y justicia, antes de que cunda un mal ejemplo que mancha la imagen de la UGT.
No hace demasiado, miembros de esta organización tuvieron que ir a los tribunales de justicia para dirimir conflictos internos, dando un espectáculo muy poco edificante ante la opinión pública, espero que no tengamos que volver a ver a los delegados sindicales entrar en los juzgados, salvo con el propósito de defender a los trabajadores.

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