Harto de llegar siempre tardes a sus
citas, ha decidido corregirse y ser puntual a partir de ahora. Por más que lo
intenta, no consigue adaptarse al ritmo de los otros. Cuando no se rezaga, se
tropieza; y si no, son los despistes los que le impiden comparecer a tiempo.
Antes de que un decreto de precisión acabe con su derecho a la demora, piensa
destruir todos los relojes que hay sobre la faz de la tierra o, al menos,
manipularlos para que retrasen al unísono.
*
Las balas, en vez de entrar, salen de su
pecho. Se introducen en los cañones de unos fusiles que vuelven a descansar en
los hombros de unos soldados en formación. La sangre del fusilado desaparece y
este recupera su posición erguida. El oficial envaina su sable y, caminando
hacia atrás, monta en el vehículo que lo trajo. Todos retroceden y se van, sin
dar la espalda, por donde vinieron. El sol hace un recorrido inverso. La
muerte, esta vez, no se ha salido con la suya porque alguien decidió rebobinar
la escena.
*
Hojas lobuladas, que parecen de cuero,
sobre briznas de hierba, que parecen, por el rocío, los filamentos de una
pradera submarina, frente a cantos de granito, que parecen huevos de
dinosaurio, en un valle, que parece una bañera inmensa, a los pies de una montaña, esta sí, incomparable a nada.
*
Me identifico con las cosas que carecen
de objeto y con los hombres que no tienen propósito y con los transeúntes sin
destino y con los seres que perdieron su función y con aquellos que han hecho
de la inercia su no-finalidad.
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