BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







miércoles, 28 de septiembre de 2011

A los occidentales nos sorprende sobremanera que la acción pueda tener una filiación genética, que su origen pueda estar en una serie de encadenamientos hereditarios, algo que, por otro lado, hoy ya nadie cuestiona en el ámbito de la Biología desde que se hicieron públicas las pioneras investigaciones sobre el cromosoma y el genoma humanos.
El Oriente budista, en cambio, acepta la “Ley del karma” como una pulsión psicológica que sólo puede ser interrumpida apagando el deseo, pero ha sido más refractario a la hora de aceptar los axiomas científicos que desembocan en el determinismo.
Es curioso este cruce evolutivo de tradiciones opuestas y paradójicas que, bien miradas, nos conducen a una misma conclusión: la libertad es condicional y tiene un precio muy alto. Estamos siempre bajo la jurisdicción de entidades ajenas y bajo la sospecha de hacernos autónomos. Ambas tradiciones son, en mi opinión, intimidatorias y engañosas en cuanto que preconizan una ontología orbital anclada en los fundamentos mecánicos de la pseudociencia o la religión. Todo menos reconocer que el único principio relevante es el de incertidumbre, y la única libertad posible es la aleatoria.

1 comentario:

rut dijo...

volar
volar
volar

mientras se pueda.

d.