Duda de lo brillante.
Los ojos brillantes
son síntoma de fiebre.
En los suelos pulidos
es donde resbalamos.
El resplandor nos ciega
y nos desorienta.
Están los ataúdes
siempre barnizados
y el instrumental
quirúrgico bruñido.
Las estrellas que rielan
en el firmamento
son las más hermosas:
gotas iridiscentes
que ya no están cuando
su luz llega a nosotros.
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