Como se apura,
sin ganas y por costumbre,
el último sorbo de un café
con leche, frío.
Como se arrastran los penitentes
y los seres invertebrados.
Sujetos a nuestras manías
o a la molicie insoportable
de las semanas juntos,
sin nada que decirnos
y hartos de decir las mismas cosas;
te aseguro que nosotros
no acabaremos.
Antes cerraría la llave
del oxígeno que mantiene
con vida al enfermo terminal
que, a veces, por despiste,
algunos llaman pareja.
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